Son muchos los hábitos de la vida cotidiana que han cambiado desde marzo de este año, con el comienzo de la pandemia. El principal fue el relacionado a la salud, sus cuidados, y por supuesto, a los enfermos. Al ser tan grande el riesgo de contagio, muchos pacientes han quedado completamente aislados no sólo de su familia, sino también del cariño y el afecto de cualquier contacto humano. En el Hospital Álvarez de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Padre Andrés Tello Cornejo se desempeña como Capellán, llevando adelante la asistencia para aquellos pacientes que se encuentran solos, proveyéndoles jabón, papel higiénico, máquinas de afeitar y elementos de higiene necesarios durante el período de internación. Antes, esta ayuda se les daba sólo a aquellos enfermos carenciados, o a los que no tenían la posibilidad de ser asistidos por un ser querido o no contaban con los recursos económicos. Hoy la asistencia es general, y no sólo material sino también espiritual. El Padre Andrés explica que “durante este tiempo se habló mucho de la asistencia en comedores parroquiales o en los hogares. Pero siento que no se vio lo otro, que es la acción espiritual de la iglesia. La iglesia que acompaña en la cercanía y en la fe a sus fieles. La acción pastoral en cada lugar donde hay una persona que nos necesita”. Los tiempos difíciles muchas veces son razones para acercarnos más a Dios. Y el Padre Andrés lo afirma con una experiencia personal “me ha pasado de acompañar a pacientes a los que nunca les vi la cara. He visto a mucha gente en la cual se reavivó la llama de la Fe”.