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Preparación de las cenizas.

El 2020 dejó, entre otras cosas, una caja repleta de olivos que no pudieron ser utilizados por los parroquianos el Domingo de Ramos. Una más, de las tantas actividades que nos arrebató el aislamiento en este momento tan difícil que estamos viviendo. 

El Padre Lisandro, Licha, como lo conocen en la Parroquia San Pedro Apóstol de Rauch, Provincia de Buenos Aires, preparó las Cenizas en la intimidad del patio de la casa parroquial. Este rito supone el deseo de empezar un tiempo de conversión y penitencia, para evaluar la propia vida, verificar qué se debe cambiar, acoger el amor de Dios, empezar a vivir diferente. Y eso ocurre todos los Miércoles de Cenizas.

En soledad y recogimiento, crepitaban los olivos, el humo lo inundaba todo, el calor de las brasas dejaba ver las primeras cenizas que luego, de manera muy artesanal, fueron tamizadas por el sacerdote para dejar todo listo para la celebración del día siguiente, que tuvo que hacerse vía streaming para cumplir con los protocolos que regían en aquel momento.   

Las cenizas y el fuego son parte de una misma realidad. Son el resultado de un fuego incandescente de amor. Del amor de Dios por todos los hombres y de transformación. Un signo que precisamos más que nunca en estos días. 

Fotos: Tití Maciel Pérez

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