Gabriela está en la calle hace algunos años, trabaja durante el día cuidando autos en las avenidas de Mar del Plata y nos cuenta las situaciones de desamparo, hambre, frío y peligro a las que se tuvo que enfrentar. También la discriminación y el desprecio de la gente que le dio tantas veces vuelta la cara, “Darse cuenta que la gente no me mira, o me tiene miedo, es lo peor”. Sin embrago Gabriela supo encontrar una familia en el Hogar Nazaret al que ahora asiste todas las noches. Allí la ayudan no sólo dándole ropa limpia, abrigo, un plato de comida o la posibilidad de darse un baño caliente, también la escuchan. Gabriela cuenta que la gente del hogar se convirtió en su familia.

“Gracias a la Fe yo me puedo levantar todos los días, ir a trabajar, juntar mi platita, para poder dejar un día el Hogar y alquilar mi propia casa. La Fe es lo que me levanta y lo que me mueve”, nos contó Gabriela cuando estuvimos de visita por Mar del Plata.