Mario Noroña, director diocesano de Cáritas San Juan, y Emilio Aciar, director de Cáritas de La Rinconada, están colaborando en el epicentro del terremoto de San Juan y nos cuentan que el primer trabajo que se hizo, desde la Parroquia Santa Bárbara en Pocito, junto con la Acción Católica, los Scouts y la comunidad en general, fue armar un centro de acopio. Allí reunieron comida, ropa y agua potable, elementos de limpieza y pañales, y también muebles para ayudar luego a la reconstrucción de los hogares.

El equipo ya contaba con un conocimiento de la zona por los relevamientos que hacen periódicamente en el lugar, donde trabajan ya hace varios años. Así es que saben específicamente las necesidades de cada familia. Y hoy, luego de haber sufrido esta catástrofe que dejó a 900 familias sin hogar, el compromiso y la ayuda con el prójimo no cesa. Asistiendo a la gente en sus hogares, llevándoles donaciones, así como también meriendas y comidas.

Emilio, que colabora hace 15 años en la zona, y está en el centro de acción desde la noche del sismo, reflexiona “La Fe es esto que me mueve a mí para llegar a esa persona que está necesitando que yo le da una mano, que le lleve un mensaje de aliento, la Palabra de Cristo Nuestro Señor. Que por intermedio de Él, yo pueda ayudar al prójimo”.

Mario dice que si hay algo positivo que puede sacar de todo esto, es el aprendizaje constante. La escucha al prójimo, estar con las familias que tienen una necesidad y la satisfacción que da el cumplir. Y también nos habla del agotamiento en las caras de los voluntarios, y resalta “La Fe es la presencia de Cristo en estos lugares, si no hubiera Fe y esperanza los voluntarios no estarían acá”.